Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

viernes, agosto 25, 2017

El mundo pyme está ante la necesidad de pensar diferente

No cabe duda: vivimos en un mundo cada vez más complejo. El entorno cambia a velocidades vertiginosas, la retención de talentos es cada vez más estresante, las nuevas generaciones no se conforman con lo que sus padres aceptaron, los mercados son atendidos por empresas que hace pocos años no existían y todo eso y mucho más cae en nuestra mesa de trabajo, sin saber bien por dónde empezar a encarar los desafíos, antes de que perdamos el tren de la modernidad.

El pequeño y mediano empresario, que con gran esfuerzo logró con éxito posicionar su marca en un entorno competitivo, corre el riesgo de pensar que las viejas recetas serán las futuras recetas. "Para qué cambiar, si así me ha ido bien", suele decir con una mezcla de convencimiento en el modo de seguir adelante y de temor a entrar en una nueva dimensión desconocida. Pero el mundo de los negocios tiene mucha inercia, y los errores del presente se pagan con los magros resultados de un futuro no tan cercano. Y viceversa. ¿Podemos seguir usando la intuición para tomar decisiones? ¿Es lo mismo decidir en problemas complejos y de alto impacto en la empresa que en problemas simples y sencillos? Para responder esto deberíamos intentar tener una estructura mental donde podamos clasificar cada tema según su complejidad y su impacto en la continuidad del negocio. Ahí van algunos consejos:

1. Solucione los problemas solubles. En el "menú" de problemas que debe solucionar a diario hay muchos que son de fácil solución. Aunque tengan poco impacto en la organización ¡soluciónelos de inmediato! ¡Sáqueselos de encima! ¡Vacíe el listado de esas cosas pendientes! No se permita tener un stock de decisiones atrasadas que molestan su agenda y por, sobre todo, su concentración. Escríbalos y atáquelos. Siempre habrá en su listado de pendientes problemas de más difícil solución. A esos hay que dedicarle tiempo y esfuerzo. No los ponga a todos en el mismo nivel de importancia.

2. Problemas de poca importancia y de simple solución: use la intuición. Despáchese en lo que más sabe hacer y que tan buenos resultados le ha dado. No tema en decidir en forma rápida. Su experiencia garantizará el buen resultado. Al decidir, intente tener junto a usted al responsable de la implementación para que se vaya formando. Piense que, para usted, gracias a su experiencia, una decisión fácil puede ser muy difícil para un colaborador con menos rodaje en la empresa. Lo obvio para uno no lo es tanto para los otros.

3. Problemas de cierta importancia y cierta complejidad: la intuición ya suele ser insuficiente. Es el momento de empezar a desarrollar criterios claros que puedan facilitar el proceso decisorio. Es importante que el equipo cercano de colaboradores comparta esos criterios y los viva. Recuerde que los mandos medios serán los responsables de hacer llegar esas decisiones a la gestión directa. Si es necesario, escriba los criterios fundamentales que van a regir el desarrollo de la compañía. Cuáles son los temas que se deben priorizar, cuáles los que no se deben descuidar, en cuáles se puede flexibilizar, etcétera.

4. Problemas de mucha importancia y bastante complejos: la intuición y los criterios son insuficientes. Acá entra en juego la capacidad de ver el futuro lejano. Tener perspectivas. Saber hacia dónde hay que ir. Lo más difícil de un problema es saber definir el problema. Una vez hecho, está solucionada la mitad del problema. No confunda síntomas con enfermedad. Bajar la fiebre no es solucionar la gripe. Debemos incorporar a nuestros hábitos directivos un proceso de análisis que haga más eficiente la decisión. Saber desarrollar los hechos relevantes que le permitan ver la realidad objetivamente. Con su equipo cercano, definir el problema a partir de diferentes visiones de una misma realidad. Listar alternativas de solución creativas y que vayan a fondo. Priorizarlas y saber elegir la alternativa más aceptable usando también el criterio prudencial y un poco de intuición (pero poco). Armar de forma compartida un plan de acción claro, concreto y completo.

El apasionado mundo de las organizaciones nos obliga permanentemente a estar tomando decisiones en todos estos aspectos más o menos complejos. Las capacidades que debemos desarrollar, estará siempre en saber cómo manejarnos entre lo urgente y lo importante.

Guillermo Fraile, es director académico de Célula PyME del IAE Business School

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